La culpa es de ellas.

Eso es lo que piensa el cuarenta por ciento de los hombres: que las culpables de la violencia machista son ellas. Olé. Seguro que es porque no les dejan ver el fútbol tranquilos o porque la sopa estaba fría. Claro, que también hace falta preguntar al bando femenino qué opina, para tener su parte. Porque seguro que, en el caso contrario, ningún integrante del sexo masculino dudaría de imputar al hombre como culpable. Pero bueno, encuestas aparte, la noticia del verano no es- ni más ni menos- que la visita de la Primera Dama estadounidense, Michelle Obama, a algunos pueblos de la provincia de Málaga. No es nada nuevo compararlo con el famoso «Bienvenido Mr. Marshall» de Berlanga y la obscena reverencia ante el poder, eludiendo los tercos golpes de cabeza de Piqué a Bush. Y es que, si utilizáramos como introducción una cámara entrando impúdicamente en este trozo de tierra presentándonos a los lugareños, tendríamos que pedir permiso a las prisiones para grabar a los alcaldes o a los jeques para entender su economía. Y deberíamos suprimir- no por absurda sino por realista- la explicación (ausente) de los cambios municipales: el tartamudeo o la sordera de Pepe Isbert no serían una caricatura sino un calco del panorama actual.

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