Cambio de tercio.
¡Hay que ver el grado de anormalidad política en el que vivimos! Ya no nos basta con asumir que un partido socialista empeñe nuestro dinero en rescatar a la Banca, que abogue por el laicismo trayendo al Papa o jurando cargos sobre una cruz o que apoye al régimen marroquí.
Pero de ahí a que González Pons se una a los artistas de la izquierda en una manifestación de apoyo al Sáhara va un trecho.
¿Qué está pasando?
Que la izquierda no tuviera asiento fijo estaba claro, pero que la derecha no sepa donde acomodarse es más preocupante, porque entonces no sabemos qué tramarán, y eso era- precisamente- lo único que teníamos asegurado: su no-engaño.
Lo que se nos avecina es, por tanto, desesperanzador: una izquierda ultracapitalista y una derecha popular. Ánimo, y ya sabes: participa en la democracia.
WIKILEAKS.ORG por Jorge G. Palomo.
Leo en el diario El Mundo:
“Los documentos de Wikileaks podrían llevar al traste los planes del presidente estadounidense Barack Obama para Irak. ¿Puede Estados Unidos retirarse de un país en cuyas cárceles reina la barbarie? Lo bueno para Obama por ahora es que las guerras de Iraq no ocupan espacio en la actual campaña electoral de las elecciones legislativas de noviembre. El gobierno de EEUU estaba realmente enojado con la publicación en Wikileaks de los casi 400.000 documentos clasificados (…)”. Impresionante, ¿verdad?
Casi toda la prensa internacional lo narra con admiración o enfado. En el diario El País también publicaban un especial, hace varios días, sobre ese látigo del poder que se llama Julian Assange, fundador del medio más osado que uno recuerda. Y entonces te vienen a la mente las mentiras de la guerra de Irak, los daños colaterales y toda la pesca. Algunos trataron de vender una moto sin ruedas y criticaron –acaso- el último gran movimiento de protesta que ha vivido la juventud de este país: si miramos dónde quedaron los promotores de aquella barbarie, verificamos que el tiempo pone a cada uno en su sitio. Pero lo preocupante son las cifras, los hechos y la impunidad de Estados Unidos y compañía. Ahora dicen que Wikileaks.org hace peligrar la seguridad de todos: el viejo argumento, la obligación de callar aunque estemos viendo lo que pasa. Y mientras sigue la persecución a los periodistas incómodos, ¿cuándo y dónde se gestará la próxima batalla contra los derechos humanos? Al final, todo se sabe.