Buenafuente, Berto, Morgade y la calle más larga de Madrid

Hay un momento en tu vida en el que todos los que te rodean viven por Arturo Soria. Decir «soy de Arturo Soria» es como decir «pertenezco a una pandilla en torno a los veinte años, estoy en primero de facultad y salgo los jueves». Y es que hay calles que trazan una radiografía líneal de tu vida sin darte cuenta, siempre como un mantra ajeno.

Lo pensaba el otro día durante la presentación de Terrat Pack, obra que veremos en breve y que presentaron en un hotel de Manoteras, al uso polígono gris y periférico desde el que se ha empezado a construir la famosa Valdebebas y que pretender cerrar la cuadratura del círculo en una comunidad plagada de colmenas sin barrio.

ImageAllí estaban Berto, Buenafuente y Ana Morgade, intuyo que a pocos metros de su residencia habitual. Y lo intuyo porque hace años me tocó pasar por allí para una despedida sin vuelta de hoja. Ése fue el inicio, paradógicamente, del trayecto que me llevó desde un pasado no muy lejano hasta el presente más actual: encuentro con Ana y comienzo en el úlltimo número de Arturo Soria. Calle Caleruega, una dirección repetida en cartas y postales y solo materializada una vez (ahora también la veo en la contra de Público); calle Cascanueces, nombre operístico para folios posveranos enviados a un amigo de pandilla cuando la distancia entre dos paradas de metro era un abismo; embajada de China y emblema del fatal destino de viajar contracorriente; Centro de menores de Hortaleza y, por fin, redacción en Suanzes.

Quizás no sea la calle más larga de Madrid, pero es, en cualquier caso, la distancia más larga entre dos puntos vitales.

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