Comimos rebollons y un bote de verduras avinagradas. La playa estaba a tan sólo unos metros del camping, pero ni siquiera nos bañamos. El paseo se redujo a la calle principal y la noche y la mañana a la parcela reducida de nuestra tienda de campaña.
Jamás Aprendí el nombre del lugar. Sin embargo, ahora aparece en las noticias y lo interiorizo como un hombre ahogado. Como un cuerpo sin vida.
Es Coma-ruga, un pueblo costero de Tarragona. Una parada en medio de dos destinos. ¿Cuántas veces olvidas nombres de sitios mágicos y recuerdas los de geografías corrientes?
No es la primera vez que me pasa, lo juro. No tendría ningún inconveniente en admitirlo, pero es cierto. Olvido, por ejemplo, la playa donde encontramos a una pareja de alemanes de luna de miel en el norte de Koh Samui, en Tailandia. Una playa unida a un peñasco, que servía de guía y separación. Olvido, con un gran déficit de atención, el lago cercano a Angor Wat, en Camboya. Olvido, asimismo, la zona de Phnom Pemh donde nos alojamos.
Sin embargo, ahí están: lugares sin gracia pero con poso, agníficos, insuperables. Fort Portal, Ocosingo, Mwanza.
Gran quilombo, este de los nombres. Juntarlos con actualidad, recuerdos, fotografías o simples quimeras no sólo es un ejercicio harto complicado sino que puede alterar tu sentido de la realidad. Si pueden, evítenlo. Si no, trastocadlo, como hacen los de Elmundotoday, una web genial de noticias falsas (¿o no?), que hoy me ha sorprendido con este acto tan especial:
http://www.elmundotoday.com/2011/07/madrid-se-vuelca-en-el-dia-del-orgullo-celiaco/